jueves, 26 de febrero de 2015

La cama vacía por Ana Mary Risso Ramos

LA CAMA VACIA

            Un dolor contra natura, una experiencia que nadie le desea ni a su peor enemigo, la muerte de un hijo. Es difícil expresar palabras que consuelen a una madre y a un padre por perder a lo más querido de sus vidas, ¿Qué podemos decir?, ¿Cómo podemos expresarle que les acompañamos en su dolor?

            Todas las muertes trágicas duelen, pero parece que el dolor es mayor cuando se trata de gente joven y aun más, cuando son niños quienes injustamente pierden la vida. El vil asesinato de Kluiverth Roa de tan solo 14 años de edad pega en las entrañas. Por ser solidario como buen boyscout encontró la muerte, por ayudar a una joven estudiante herida por perdigones.

            La siembra de odio ha tenido muchos frutos en estos 17 años de revolución castrocomunista. Son muchas vidas jóvenes que están reposando con sus sueños no alcanzados, en los cementerios de nuestro país; otras han huido fuera de Venezuela dejando más camas y puestos vacíos en las mesas de muchas familias. ¿Cuándo y cómo parará esta situación?

            No importa como el régimen justifique su maldad, ya ni eso importa. Atreverse a vilipendiar a un joven muerto, por el odio de otro joven policía que apenas comienza su vida, es un acto de baja calaña, solo posible en personas que no respetan absolutamente nada. Otra miseria humana.

            A ambos padres del joven asesinado mil pensamientos de solidaridad, y a su madre en particular, un abrazo sonoro por esta vida que desde ahora les toca sufrir, la cama vacía de su hijo, el duelo eterno por sus sueños de madre. A Kluivert, Génesis, Geraldine, Bassil, Roberto, Gerardo el niño tricampeón de kempo y a todos los otros jóvenes asesinados por este país enfermo de odio, descansen en paz y que sus muertes no hayan sido en vano.

Ana Mary Risso Ramos

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